diciembre 04, 2004

Sigue la cara dando (euros)

Hoy, en El Mundo, el periodista Javier Cavanilles vuelve a la carga contra el negocio de las "caras de Bélmez" con el artículo La SEIP ha ido modificando su teoría de las caras de Bélmez para mantener vivo el negocio.


El artículo reseña lo que los lectores de éste y otros blogs ya conocen acerca de cómo se ha desarrollado el affaire Bélmez, sobre todo desde la muerte de María Gómez Cámara, en cuya casa "aparecieron" los primeros dibujos de las "caras de Bélmez".

La lectura del artículo nos trae a la mente la necesidad de aclarar que aquí hay dos formas del negocio: el negocio menor de la buena gente de Bélmez y, sobre todo, el negocio mayor de los traficantes de misterios y vendedores de fantasías disfrazadas de realidades.

El negocio menor


Unas pocas pesetas (ahora euros) son todo el negocio que han tenido las personas de Bélmez, empezando por María, que complementaba sus ingresos con "la voluntad" que quisieran darle quienes visitaban su casa, práctica al parecer seguida por sus herederos, que sólo cobran (no se sabe cuánto) a los medios de comunicación que desean grabar o fotografiar los dibujos. Estaba además el fotógrafo (de quien en varias ocasiones se ha dicho que podría estar implicado en la creación de las caras), que vendía las fotos de los dibujos de caras. Y participa en mayor o menor medida el comercio de Bélmez, en particular los establecimientos hosteleros que alimentan a los buscadores de misterios y les refrescan las gargantas, y los ofertantes de souvenirs, recuerdos y bagatelas para el turismo.

Bélmez es un pueblo milenario de gran riqueza histórica que hoy vive sobre todo de los olivares, además de cultivo de frutales y ganadería ovina. Su población decrece en vez de crecer, en 2002 no tenía centro de enseñanza secundaria y en 2003 carecía de centro de salud. En 2002 no se realizó ninguna inversión en nuevas industrias y tiene un elevado nivel de paro o desempleo.

Y los gobernantes del municipio no han tenido ninguna visión para mejorar esta situación, como no sea mediante el turismo de la chapuza parapsicológica.

La posición de la gente de Bélmez es totalmente entendible. Acaso hasta justificable y defensible. Para ellos, la economía del municipio es asunto de capital importancia. Lo es también para el ayuntamiento, cuyo presupuesto total ronda el millón de euros al año.

No es justificable ni defensible, sin embargo, la posición de los grandes beneficiarios del negocio mayor.

El negocio mayor


Pongamos un solo ejemplo de las cantidades realmente interesantes que se mueven alrededor de este negocio.

El libro Tumbas sin nombre, de Íker Jiménez (empresario, cabeza de I.J. Producciones, director de la colección "La puerta del misterio" en la editorial EDAF, presentador y director del programa de radio "Milenio 3", autor de al menos ocho libros y colaborador de la revista Más allá de la ciencia) y Luis Mariano Fernández (promotor del turismo ocultista ya analizado aquí, coordinador de la SEIP y colaborador de las revistas Enigmas y Más allá), publicado por la propia Editorial EDAF, tiene un precio de 15€, de los cuales, a menos que tengan un contrato especialmente ventajoso, los autores perciben el 10%, es decir, un euro con cincuenta céntimos.

Los tirajes son un secreto editorial en España, pero al menos sabemos que este libro, aparecido en 2003, logró en ese año al menos cinco ediciones.

Supongamos que, según datos que nos ofrece un distribuidor de libros del norte español, cada una de esas ediciones fuera de cuatro mil ejemplares, cantidad que es el tiraje medio de libros en España según la industria editorial. (Aclarando que lo más plausible es que el tiraje de cada edición fuera bastante mayor, considerando el potencial probado del mercado y el tirón que tiene en el mundo del ocultismo el nombre de Íker Jiménez.)

Cinco ediciones de cuatro mil ejemplares cada una serían 20 mil libros, lo que representa para los autores una utilidad de 30 mil euros en un año, más o menos. 15 mil para cada uno, pues. Nada despreciable.

Sobre todo considerando que según datos oficiales de la Junta de Andalucía la renta media disponible por habitante en Bélmez de la Moraleda es de entre 7 mil y 8.100 euros al año y la renta media declarada es aún más baja: 6.902 euros.

El tema de Bélmez ha generado recientemente otros dos libros de miembros de la SEIP: Las caras de la discordia, de David E. Sentinella Vallvé (miembro de la SEIP con tres cargos en la organización y redactor de la revista Enigmas) y Lorenzo Fernández Bueno (subdirector de la revista Enigmas y miembro de la SEIP), 11,95€, Editorial Nowtilus, y Las caras de Bélmez, historia de una conjura, de Lorenzo Fernández Bueno, que se entregó junto con una edición de la revista Enigmas.

Y lo más probable es que la gente de Bélmez no sepa cuánto dinero han generado estas publicaciones.

Quienes se reputan "investigadores" y publican libros, también hacen radio y escriben y cobran en revistas que son, igualmente, un enorme negocio del que han sido parte "las caras de Bélmez".

Los números del negocio del ocultismo en general son de mareo: se estiman bastante más de 200 mil euros mensuales sólo en ingresos por espacio publicitario sumando las tres grandes revistas de ocultismo (Año Cero, Enigmas y Más allá) (dos millones cuatrocientos mil euros al año), ventas incalculables pero probablemente de al menos 180 mil euros al mes (cifra que resultaría de que cada una de las revistas vendiera sólo 10 mil ejemplares al mes y que daría otros dos millones 160 mil euros al año), más cantidades no divulgadas en concepto de publicidad en los programas de radio de ocultismo, y otras cantidades igualmente reservadas en concepto de sueldos como presentadores, cobro por presentaciones en radio, televisión y en persona, conferencias y otras apariciones públicas del "núcleo duro" del ocultismo español, préstamo del nombre para colecciones, dirección de revistas y demás actividades de las dos o tres docenas de "famosos del ocultismo" que obtienen los máximos beneficios de este negocio. Y esto sin contar agregados, añadidos, extras y pluses como el pago de viajes, alojamientos, alimentos y bebidas para "investigaciones" o giras promocionales.

Vaya, que si J.J. Benítez ha ganado un euro por cada libro suyo vendido, y él presume de 14 millones de ejemplares, es claro que el ocultismo permite amasar verdaderas fortunas fincadas sobre la ingenuidad, la superstición y la ignorancia del público en general.

Así, sin estirar la imaginación, estamos hablando de varios millones de euros al año de la industria ocultista "de corbata" (es decir, la que se finge "parapsicológica", "ufológica" o "parahistórica", y sin contar a los bien comidos curanderos, adivinadores, brujos, astrólogos, videntes y otros miembros de segunda división de la misma especie zoológica). De esta enorme industria del embuste son parte "las caras de Bélmez".

En el negocio del ocultismo y, en particular, en el de "las caras de Bélmez" participan varios miembros de la SEIP. Aunque esta organización no se beneficiara económicamente de manera directa (tiene pocos artículos en venta: su CD "hipnótico", cursos de parapsicología y afiliaciones a la organización), la publicidad le generará algún ingreso adicional; pero sí se benefician más o menos directamente los miembros de la misma que se promocionan como tales y aprovechan la publicidad que se le da a la SEIP, los que escriben artículos y libros, hacen radio y disfrutan de la calidad de "famosos del ocultismo" y supuestos "expertos en Bélmez".

Esto, vale aclararlo, no es ningún delito. En una sociedad capitalista hasta el neoliberalismo más caníbal, y hasta que la ley no diga otra cosa, es legítimo (con las reservas de ley, pensemos en el imam de Fuengirola) el negocio y es legítima la codicia desbordada de estos personajes.

Sin embargo, es poco ético porque venden fantasías paranormales, delirios, cuentos, trolas y fábulas sin haber nunca probado que los fenómenos a los que hacen referencia son efectivamente paranormales; porque se benefician de la ignorancia de otras personas que depositan su confianza en ellos como autodesignados "expertos" en cuestiones misteriosas que luchan contra el pensamiento crítico y libre, y por la perpetuación de la ignorancia; porque en este caso, al parecer, no han compartido nada de sus ingresos con Bélmez o al menos con María Gómez Cámara y su familia, y, sobre todo, porque, ante la crítica, se apresuran a acusar a los críticos de "intereses creados" para desviar la atención de su propio negocio y sus propios intereses demostrables por millones de euros, además de que se ocupan en movilizar a sus grupos de creyentes incondicionales, algunos claramente fanatizados, para censurar e impedir estas críticas en los medios de comunicación.

No extraña, pues, que dichos ocultistas sigan saltando electrizados por los artículos publicados en El Mundo, donde si algo ha hecho Javier Cavanilles es quedarse corto, ya por falta de datos de este mundo cuyas finanzas son un verdadero secreto misterioso (mucho más que los cátaros o los templarios) o porque los espacios periodísticos son demasiado limitados para exponer todos los detalles de este fabuloso negocio en el que, por desgracia ciertamente, quienes menos han ganado son los habitantes de Bélmez de la Moraleda.